martes, 20 de abril de 2010

Flia joven vende todo su impecable mobiliario por traslado

Flia. Joven Vende todo su Impecable Mobiliario por Traslado, decía el aviso en el diario y la feria abría el domingo a las once de la mañana pero desde las seis había gente haciendo fila. Mi casa tenía una mujer de anteojos en la puerta y los clientes hacían cola delante de su mesita para pagar sus gangas. La casa parecía un hormiguero y las hormigas moviéndose velozmente de acá para allá. A las once y media tomaba café en la cocina y miraba por la ventana. Una señora fornida intentaba meter en su auto la lámpara violeta que le regalé a mi hija para su cumpleaños número catorce, que ahora es color gris y está chueca. Otro metía la silla que mi otra hija pintó de color rosa. De repente una mujer que yo conocía entró a la cocina para preguntarme si el juego con el que jugaban mis hijas en el que hay que apoyar los pies en los círculos de colores al ritmo de la música, ahora andaba. Miré hacia fuera otra vez y ahora parecía que un gigante le había apoyado un pie al hormiguero y las hormigas escapaban cargando pedacitos de mi vida. Enseguida me encontré corcoveando en llanto mientras en mi cabeza pasaban flashes de los últimos años de mi vida y las lágrimas salían en línea recta, como cuando le ponés el dedo a la manguera y la mujer que yo conocía quedó petrificada entonces corrí a encerrarme en mi habitación. A las siete de la tarde terminamos de hacer las cuentas y los organizadores de la feria se iban, agotados, en el mismo momento que se desataba una tormenta eléctrica. Quedé sola en la casa vacía, me senté frente a la ventana, miré los fulgores del cielo negro y sentía mi cuerpo volver a encontrar su forma mientras escuchaba el granizo rebotar contra el techo.

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