martes, 2 de noviembre de 2010

TEXTO 6, En busca de Lilít la nocturna

TEXTO 6

Entonces aquella noche sin luna y salpicada de tenues estrellas, la mujer marchó en busca de Lilít, aquella mujer quién, según los querubines, había sido creada antes que ella y se había fugado del Edén sin que la expulsara el Señor Dios. Caminaba sin rumbo certero sobre tierra seca, un páramo llano y sombras que podían ser de árboles o tal vez de peñascos o de crestas que ella no veía. Después de un rato muy largo, los pies llagados, vio una penumbra en el cielo oscuro y se detuvo a observarla. Se sentó sobre el suelo y miró y miró aquella negrura en la oscuridad y se percató de que se trataba de la luna, una luna oscura, y la animó el recuerdo de: Lilít la nocturna, —como recordó que los querubines habían llamado a Lilít. Sintió una brisa en la cara, el aire húmedo que ella sabía exhala el agua, y la idea de que el mar estuviera cerca la animó. Escupió la tierra y frotó sus llagas con el pellizco de barro que formó. Entonces se levantó y continuó su camino. A cada doloroso paso que daba, más impetuosa era la brisa húmeda.
Luego de sobrepasar un valle que terminaba en una curva, se asomó a una planicie áspera y estriada adonde vio centenares animales que ella misma—cuando ella y el hombre estaban aún en el Edén—, había nombrado: búfalos, pelícanos, erizos, chacales, avestruces, víboras y cuervos. Detrás de los animales, un mar del color de la sangre. El viento ahora soplaba vehemente, un aire que refrescó el ánimo de la mujer. A su derecha, sobre la orilla, vio unas ruinas y en las ruinas una cueva. Delante de la cueva: una mujer desnuda, el cabello rojo y largo. Una belleza sublime que parecía imaginada y no real…
TEXTOS ENCONTRADOS EN EL UN CAJÓN DE LA MESA-ESCRITORIO QUE PERTENECIÓ A HIPÓLITO DÁMASO VIEYTES, vendido por su bisnieto en Posadas Remates, comprado por la decoradora Gigi Robirosa para el nuevo departamento de un senador cuyo hijo fumón, —a quién se los entregó el tapicero que los encontró cuando cambiaba el cuero de la mesa y me los vendió por Mercado Libre—, prefiere que su nombre permanezca anónimo.

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