viernes, 17 de enero de 2014

Ariel


Ariel
Querías que escribiera tu vida, Ariel,
De 38 años, ahora en la villa 31, y ya cansado de la calle.
Antes te gustaba mucho lo ajeno, dijiste. Demasiado.
No de arrancarme la cartera nomás. Con arma y saña.
Entonces pasaste tres años y medio en cinco penales,
recibiste 6 balazos, perdiste una pierna, a tu esposa.
Tu hijo está en una granja de recuperación de adictos.

La demografía se reproduce y bulle y el sistema desprende Arieles,
como sobras, saldos, desechos. Escorias.
Víctimas con la sola perspectiva de culpables o andrajos de pasta base.
¿Dónde está el gobierno cuando sólo hay limosna para vos, Ariel,
pan para ahorita, hambre para mañana, tarde y noche?
Limosna de monedero de señora bien a cambio de calmarle la culpa,
Limosna de puntero a cambio de anotarte en su lista de votantes-escorias.
Ni siquiera, dijiste. No tengo documento, no tengo nada. No existo.
No existís en los discursos tampoco, Ariel, menos aún en las futuras escuelas, trabajos, hospitales.
Pero yo hundí mi dedo en los agujeros que te hicieron las balas,
mi tierno sobreviviente.
¿Vas a estar mañana, Ariel, en la misma vereda, cuando vaya a responderte lo que dijo la periodista que te prometió la pierna ortopédica?

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